En su último libro, "Deja de ser tu", Joe Dispenza explica cómo actúan las células cerebrales según las situaciones que vivimos. Esta teoría nos da una base científica de cómo las Constelaciones Familiares pueden modificar nuestra percepción de lo vivido y por extensión de nuestra realidad.
En una constelación, la persona que expone el tema a trabajar, frecuentemente llega a la terapia con ciertas y serias dificultades para gestionar su día a día, debido a hechos sistémicos o no, que han ido creando construcciones mentales limitadoras y generadoras de sufrimiento.
Estos acontecimientos vividos por el individuo, están almacenados en los pliegues de la masa gris cerebral, pasando a formar parte de los recuerdos y es material para las futuras ansiedades y preocupaciones, que no existiendo para la persona, son reales cuando las evoca.
Una vez perfilado el tema a trabajar, la constelación se plantea y se pone en marcha. Es cuando "cobrará vida" todo aquello que permanecía oculto e inadvertido o "irreal" a través de un mar de bioquímica poniendo de manifiesto las emociones dormidas inherentes al conflicto constelado. Esto llevará a la persona a poner su atención en los acontecimientos pasados y que están ocurriendo en el mismo instante de la terapia a través de los representantes, transitando así por un espacio interno de consciencia emocional.
Esto es justamente lo que postula la neurociencia, allí donde ponemos nuestra atención estarán activos nuestros circuitos cerebrales produciendo la cascada bioquímica correspondiente al hecho evocado.
Esto es justamente lo que postula la neurociencia, allí donde ponemos nuestra atención estarán activos nuestros circuitos cerebrales produciendo la cascada bioquímica correspondiente al hecho evocado.
Pongamos un ejemplo, si ponemos la atención en un dolor en el cuerpo, este existe porque los circuitos cerebrales que procesan el dolor y las sensaciones corporales pueden y serán literalmente accionados. Si accionamos estos circuitos a diario, poniendo la atención en el dolor, éstos se verán reforzados, llevándonos así al círculo vicioso del padecimiento físico.
De la misma manera los recuerdos del pasado, nuestras fantasías secretas, nuestros hábitos, esperanzas, alegrías, secretos...seguirán el mismo circuito, modelando así nuestra corteza cerebral en una malla de 100 mil millones de células cerebrales. Neurológicamente hablando allí donde está nuestra atención determinará a lo que nos convertiremos.
La neurociencia nos ha dado las bases para comprender este hecho: podemos moldear y dar forma a la estructura neurológica, por la atención repetida que le damos a una cosa.
De la misma manera los recuerdos del pasado, nuestras fantasías secretas, nuestros hábitos, esperanzas, alegrías, secretos...seguirán el mismo circuito, modelando así nuestra corteza cerebral en una malla de 100 mil millones de células cerebrales. Neurológicamente hablando allí donde está nuestra atención determinará a lo que nos convertiremos.
La neurociencia nos ha dado las bases para comprender este hecho: podemos moldear y dar forma a la estructura neurológica, por la atención repetida que le damos a una cosa.
Ahora bien, las Constelaciones Familiares nos aportan la oportunidad de generar cambios en nuestro pensamiento. Aquello que emerge en el campo sistémico será manifestado a través del cuerpo, generando unas emociones, que según el modelo cuántico, causará un efecto subjetivo en nuestra realidad subjetiva. En ese momento y antes de que suceda la experiencia, nuestro estado del ser ya habrá cambiado.
Dispenza afirma: " Cuando hacemos coincidir una intención clara con una emoción elevada, las investigaciones indican que la materia se ve afectada por ello." y prosigue: " Para poder conseguirlo hay que estar por encima de nuestra vida, estar por encima de los hábitos, las adicciones de nuestro cuerpo y estar por encima del tiempo....debemos trascender al cuerpo, al entorno y al tiempo."
Justamente esto es lo que conseguimos con las Constelaciones Familiares. Nos presentamos en la terapia con una intención clara para resolver un conflicto determinado. Entonces con la emoción elevada de transcender dicho conflicto, transitaremos en un espacio sin tiempo, para traer al aquí y ahora la resolución de las limitaciones (adicciones, hábitos, creecnias...) que nos impide estar en sintonía con la vida.
Después de la experiencia en la Constelación Familiar, con el restablecimiento de los órdenes del amor, el flujo de nuestra vida se restablece y con ello las percepciones que tenemos de nuestro mundo. Consecuentemente se establecerán cambios en la estructura neurológica. Al ser conscientes de lo inconsciente, pasamos a darnos cuenta de nuestro comportamiento automático, de las emociones memorizadas que nos ataban al pasado y de esta manera podremos elegir, conscientemente, diferentes maneras de hacer para vivir cosas distintas. Ya que si nos levantamos todos los días pensando lo mismo, haciendo lo mismo, obtendremos siempre la misma experiencia con el mismo resultado.
Ahora bien, ¿Dónde se sitúa esa consciencia y cómo podemos modificar nuestra realidad?
La consciencia es darse cuenta y darse cuenta es prestar atención. En las Constelaciones Familiares ubicamos la mirada en un proceso limitador y doloroso para el cliente, transformándolo y restableciendo los Órdenes del amor. De esta manera la energía del cliente, antes dispersa por el sufrimiento, será re-encauzada a través de la dinámica sistémica sanadora, haciendo posible lo que la neurociencia en sus últimas investigaciones ha descubierto, que podemos modificar nuestro cerebro a través de la reorganización de la información. Ya que las Constelaciones Familiares nos aportan la información contenida en el campo, favoreciendo que nos ubiquemos en un nuevo escenario y reflexionemos sobre las circunstancias vividas en el pasado desde otra manera de sentirlas. Esto es capaz de modificar nuestra percepción de la realidad.
Sin embargo hay algo muy importante para que este cambio sea perdurable y es la intención auténtica de cambio por parte del cliente. Es atender lo que emerge con valor y saber que hay un antes y un después de "ver" lo que la constelación ha revelado. Hay personas que al principio se sientes incómodas, disconformes o desorientadas. Esto es normal, si tenemos en cuenta, que a veces hay muchos años de historia del conflicto que ha sido constelado. Sin embargo en el proceso del darse cuenta es importante querer realmente dejar atrás las viejas pieles, para comenzar a sentir y vivir la nueva, despojándonos de la acción adictiva de querer predecir el futuro, viviendo el pasado y descuidando el presente.
Teresa Rodríguez
Terapéuta Gestalt y corporal-Consteladora Familiar-Educadora en Consciencia prenatal
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