Fenomenología gestaltica
¿Qué podemos decir del papel del cuerpo en la
terapia Gestalt?
El trabajar con el cuerpo en psicoterapia, es una cuestión
que motiva una cascada de preguntas e interrogantes, que nos llevan a analizar
la naturaleza del propio cuerpo y su importancia como escenario de la experienciación.
Para algunas filosofías no es más que un vehículo donde el
alma se manifiesta. En el ámbito más científico, podría decirse que, es un
conjunto de órganos bañados por una bioquímica específica para mantener las
funciones a favor de la vida, o con el emergente número de medicamentos, un
reducto donde los síntomas no son más que trastornos del sistema nervioso. Para
otras corrientes de psicoterapias más absolutistas, el cuerpo es eso, solo
cuerpo y en cambio para otras todo es mente.
Wilhelm Reich, que fue discípulo de Freud, tomó la idea de
que ‘el cuerpo tiende a ser un lugar de inhibición y sufrimiento cuando no está
fluyendo con el deseo’ y la amplió a través del estudio de la psicología del
ego de Anna Freud. La reelaboró bajo un concepto más concreto, donde define el
cuerpo como un espacio de expresión de resistencias y mecanismos de defensa.
Reich influyó directamente en los comienzos de la terapia Gestalt, y tal como
se hacía en la práctica terapéutica reichiana, cuando el paciente producía
historias y sueños, quejas y asociaciones, en este caso, el terapeuta Gestalt
no sólo escuchaba y reaccionaba, sino también prestaba la máxima atención a la
presencia corporal del paciente.
Este enfoque llegó a ser un hilo conductor en las sesiones gestálticas,
donde más que poner el acento en el discurso del cliente, se ponía en los
gestos del mismo como indicios de retroflexiones. Este abordaje dio posteriormente
forma a lo que llamaríamos “trabajo corporal” en Gestalt, enriqueciéndose por
tanto, de las corrientes bioenergéticas y de filosofías orientales de los años
60 y 70.
Desde el punto de psicoterapéutico, podemos ver el cuerpo como
una materia inerte, rígida, es decir, como si fuera una estatua o también podemos
verlo, como un palpitante y emocionante instrumento para la expresión emocional.
Como si fuera éste, un instrumento musical en nuestras manos, disponible para
ser escuchado. En el primer caso el cuerpo personifica un terco límite, que
limita a un self que se aplasta contra él en su necesidad de llegar al
mundo. En el segundo, el cuerpo es un material elástico donde la transmisión y
recepción (el contacto) es posible. Esta visión es comparable con el paradigma
cuántico, tan popular hoy en día, en contrapartida de la visión cartesiana de
antaño, una es plástica y maleable y la segunda rígida y previsible.
El equilibrio gestáltico pasa por fluir entre las dos
visiones, ya que si aceptamos una, automáticamente excluimos a la otra. Como resultado,
aceptamos o excluimos “partes” de nosotros desde un juicio.
Entonces ¿Cómo podemos
considerar al cuerpo?
Podemos hablar de él como una historia, como una metáfora, como un organismo complejo multicelular, como un espacio en el campo de la experiencia, etcétera, sin embargo ¿Cuál de estos enfoques podemos validar en el ámbito de lo terapéutico corporal?
Podemos hablar de él como una historia, como una metáfora, como un organismo complejo multicelular, como un espacio en el campo de la experiencia, etcétera, sin embargo ¿Cuál de estos enfoques podemos validar en el ámbito de lo terapéutico corporal?
Todos son válidos si tenemos en cuenta la visión de la
Terapia Gestalt en sus inicios. Este enfoque valida al cuerpo en base a la experiencia,
la cual está en constante cambio y consecuentemente nosotros también.
Formándose y re-formándose a través del contacto en presente con el mundo y en el
encuentro con los otros. A esto le llamamos cuerpo fenomenológico, también
llamado “el cuerpo vivido”. Es más un proceso que una cosa concreta; es algo
que emerge y se expresa a cada instante.
En base a este enfoque, inspirando a Reich, el cuerpo pasa de ser un organismo humano
animal a un cuerpo experiencial vivido. Con esto no se puede afirmar que “lo
hablado”, la palabra, sea excluida del proceso, sino que se entiende que la
visión holística de escuchar y hablar pertenecen tanto al cuerpo como a la
mente. Pensamiento y percepción como aspectos el uno del otro dentro, del mismo
territorio. Sin cuerpo no hay lenguaje y si separamos la mente del cuerpo, nos llevaría a un acto abstracción
post-experiencial.
Desde un punto de vista fenomenológico, “algo”, como por
ejemplo la necesidad de comer, es vivido por el cuerpo primeramente como una
sensación en la zona del estómago que lleva al impulso de buscar alimento
(energetización), la atención está enfocada en la satisfacción de la necesidad
y se pasa a la acción (se busca en los armarios, se compra el alimento, se hace
la comida) luego sea pasa al contacto (se ingiere el alimento) se satisface la
necesidad (reposo) y se toma consciencia -darse cuenta- de que ya se
ha comido (satisfacción de la necesidad).
Todo el proceso conlleva sensaciones, sentimiento,
pensamientos, juicios, acciones y todo un despliegue de otras reacciones que
pasan al mismo tiempo. Es justamente el estar presente, el aquí y ahora el que
lleva a la consciencia de quién soy y qué hago con lo que hay, enriqueciéndome
con la experiencia. El punto de enfoque no es querer unificar la vivencia, ya
que eso nos haría presuponer que hay otras partes de la experiencia que se
quedan fuera de la misma, sino ser la propia experiencia y dejar que la acción
me tome y sea a través de mí, para seguir en continuo cambio en contacto con el
mundo. Contacto/experienciación/retirada.
¿Cómo sabemos que tenemos un cuerpo?
Esto no es tan fácil de responder como parece. Nuestra
consciencia de cuerpo puede ser aquello que nos han explicado que es o por
sensaciones internas reflejas o por nuestros sentidos externos y no siempre de
manera directa; como por ejemplo nunca nos veremos directamente la nuca, la
imagen que tenemos de esta parte de nuestro cuerpo es refleja(espejo,
fotografía) consecuentemente lo que podemos ver y saber de nuestro cuerpo está distorsionado
y limitado.
En este terreno de imágenes reflejas pasamos al territorio de
“el imaginario”. Esto nos aproxima al concepto de que nuestra consciencia del
cuerpo está “desencarnada”, es un concepto formado por las impresiones que los
demás nos han comunicado y del resultado de nuestra incursión (contacto) con
el mundo. En la retirada, las respuestas del mundo
pasan a formar parte de nuestro “ imaginario” , alimentando así la imagen de
cuerpo que tenemos.
Por tanto, nuestro cuerpo, es el escenario del mundo que nos
rodea. Cuando la mente y el corazón (cuerpo) se unen con presencia, por ejemplo, en el bailar, el tocar, el reír, en el
mirar…la mente no divaga por ahí, sino que se vive en nuestras piernas cuando
bailamos, en la risa cuando reímos, en
la mirada cuando miramos.
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