La importancia de la integración del cuerpo, la emoción y la mente en las Constelaciones Familiares

"Para que exista un cambio real, éste se tiene que articular desde el interior."

En ocasiones me he encontrado con personas que han constelado en algún momento de sus vidas y al preguntarles por la experiencia han comentado un "no cambió nada en mi vida" o "aquello parecía un teatro". Estas expresiones pueden llegar a ser frecuentes cuando se ve la Constelación familiar como un hecho externo y no como una parte de nosotros, que está en forma de código de información en el campo y que a través de los representantes se revela de manera tangible.

Cuando dejamos que el hemisferio izquierdo gobierne nuestra percepción de las cosas, lo que ocurre es que todo lo racionalizamos. Lo pasamos por el filtro de la mente, para buscarle una explicación que coincida con nuestras creencias ya pre-establecidas y así seguir "controlando" los acontecimientos de nuestra vida.

Sin embargo, esto responde a una necesidad de auto-protegernos y de sobrevivir a lo que consideramos una situación de peligro. Para poder explicar este hecho, tenemos que echar mano de la bioquímica de las emociones. Éstas están bajo la dirección  del sistema hipotalámico y límbico. Las emociones tienen un componente cognitivo y físico. Esto puede condicionar la expresión de las mismas, ya que si en una Constelación Familiar, estamos frente a un hecho el cual está clasificado por nosotros como doloroso, angustiante y esas sensaciones afectan a nuestro equilibrio psíquico-emocional, lo que ocurrirá es que bloqueemos la expresión emocional de dicha vivencia, utilizando mecanismos de defensa como pueden ser la insensibilización.

Sin embargo cuando nos dejamos impactar por lo que está ocurriendo en la Constelación y nos sumergimos en ella, emerge la emoción, la cual puede ser definida como cualquier estado intenso de rabia, ira, amor, alegría, miedo, acompañado de cambios corporales, que da como resultado un impulso para la acción. Si dejamos que el alma de la emoción se manifieste a través del cuerpo, permitiendo que el movimiento físico espontaneo emerja y nos mueva a través del espacio, podemos conectar con la emoción que hay detrás de ese movimiento y desde ahí transitar un camino atemporal, conectado más con el espíritu que con la parte racional/cognitiva. Es en ese momento que toda la información, que hasta entonces habitaba en el inconsciente, pasa al consciente en forma de una conducta renovada. Favoreciendo así la integración de todos los aspectos que nos conforman, dando paso a la resolución del conflicto. 

Cuando hay una entrega total y absoluta a la energía de campo y ponemos al servicio de ella nuestro cuerpo, nuestra emoción y nuestra mente, sólo entonces el cambio se manifiesta. Y éste siempre será de dentro hacia afuera.

Teresa Rodríguez
Terapéuta Gestalt y corporal-Consteladora Familiar-Educadora en Consciencia prenatal



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