PROCESO DE DUELO
“El
dolor del duelo es tan parte de la vida como lo es la alegría del amor;
es,
quizás, el precio que pagamos por el amor, el coste del compromiso”.
COLIN MURRAY
PARKES (1986)
En todas las corrientes
psicoterapéuticas encontramos referencias sobre el duelo y las Constelaciones Familiares no es una excepción. Esto nos indica el
peso e importancia que tiene en la vida de un individuo y a la hora de
reestructurar nuevamente la propia vida para seguir con el propio proceso vital
sin caer en el victimismo, entendido como un personaje pasivo que se ve abocado
a una situación que deben superar.
El duelo no es un
estado sino un proceso. Un proceso de cambio, de búsqueda, de sacudidas
interiores, de altibajos emocionales. El duelo duele. Y ese dolor hay que
vivirlo. La tendencia ante algo que nos duele es buscar un analgésico para
mitigar o hacer que cese el dolor. Es importante dar paso al proceso de la
pérdida a fin de que decrezca. Cuando el duelo avanza en sus etapas, este se
desgasta y vuelve la paz.
En este sentido las Constelaciones Familiares aportan un espacio de contención donde abordar los duelos, sean estos recientes o de generaciones pasadas, que por motivos que sean han quedado abiertos, inconclusos y nos afectan a través de la herencia sistémica familiar.
El duelo equivale
entonces, en términos de tiempo, a lo que llamamos luto, o sea al período que
le sigue a la pérdida; y en términos de reacción, es la respuesta física,
psicológica y espiritual que busca readaptarnos a un mundo diferente, cambiado,
en donde ya no está aquello que se perdió y tampoco seremos iguales. A este
proceso lo podemos llamar estrés de la
pérdida.
La ausencia del ser
querido nos propone a veces revisar nuestro punto de vista sobre nuestra identidad y la
visión que tenemos de nuestro mundo. La situación nos exige replantearnos lo
que antes dábamos por sentado y que ahora necesitamos tomar de manera creativa
para hallar nuevas alternativas para estar en el mundo.
En toda persona, su biografía
está salpicada de sucesos positivos y de acontecimientos negativos, de alegrías
y tristezas, de sueños cumplidos y de expectativas frustradas. Sin embargo,
nuestra naturaleza es la supervivencia. La capacidad de adaptación que poseemos
nos hace nutrir nuestro espíritu de superación y más tarde o más temprano,
buscar el camino que nos conecte nuevamente con la alegría de vivir.
Para las Constelaciones Familiares los duelos pendientes, congelan y atrapan al núcleo familiar, generando una ruptura vincular emocional entre sus miembros. Esto llevará a los descendientes a buscar soluciones compensatorias como pueden ser: repeticiones de destinos, recordar al fallecido/fallecida a través del nombre, fechas o cualquier otra acción que indique el nudo del duelo no resuelto.
Podemos decir que la
muerte en esencia es lo que es, sin embargo no se procesará igual, dependiendo
de la forma que se haya presentado. Hay cuatro tipos de muerte: natural
(enfermedad, vejez), accidental, suicidio u homicidio. Ahora bien, las muertes
repentinas, sean del índole que sea,
pueden retrasar nuestro contacto con el inicio del duelo, el cual nos
pone fuera de la realidad de la muerte y del vacío generado por el ser ausente.
Los sucesos traumáticos
o la perdida de los seres queridos, muchas veces desbordan la capacidad de
respuesta de la persona. Esto la puede hacer adentrarse en el camino de
estrategias malsanas, con la consecuente aparición de emociones negativas, como
la rabia, la frustración, el odio, el rencor, la sed de venganza (si el hecho
traumático ha implicado a otros seres humanos).
Todo ello lleva a que
la persona pase a sentirse no comprendida, no escuchada, indefensa, incapaz de
adaptarse a la nueva situación, con la consecuente pérdida de la esperanza en
la vida e incapacidad para llevar a cabo nuevas iniciativas que le devuelva el
timón de su vida.
Hoy en día sabemos que
todo impacto emocional, o sea todo suceso traumático negativo intenso, muchas
veces acaecido de forma brusca el cual
no es elaborado, acaba convirtiéndose en una somatización física, esto
es, en enfermedades psicosomáticas.
Los factores que reúne
un hecho traumático negativo, para que sea susceptible de ser somatizado - si
no es abordado y elaborado - son:
·
Que surja de forma brusca.
·
Que resulte inesperado.
·
Que sea incontrolable.
·
Que ponga en juego la integridad
psicológica o incluso física de la persona.
P
Es vital abordar el duelo, dejarnos acompañar y elaborarlo. De esta forma no solo nos beneficia en nuestro proceso de vida, sino también a las generaciones anteriores y las venideras. Restableciendo así el amor por lo que es con aceptación y agradecimiento.
Teresa Rodríguez
Terapéuta Gestalt - Consteladora Familiar.
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